sábado, 2 de febrero de 2013

ESOS OJILLOS VERDES

Esos ojillos verdes y vivarachos me dicen ahora tanto cuando los miro. Me hablan de sus vivencias, de su personalidad, de su vida, de sus alegrías, de sus miedos… En ocasiones me enfado por no darme cuenta de todo lo que me puede aportar cada persona nueva que conozco.

Es un sensible en el fondo. Aunque no lo parece. Ni jamás lo reconocerá. Pero llora si lo abrazas o cuando te pregunta por alguien para quien guarda un poquito de su cariño. Tiene un huequecito en su corazón para todos. Cada día lo compruebo. Me sorprendió cuando lo vi sonreír las primeras veces, ahora lo hace todos los días. Basta con acariciarle la mano con suavidad para que un reflejo de alegría ilumine su mirada. Esa mano oscurecida por el tabaco y con alguna falange menos a causa de fulminantes de dinamita…

Tiene la capacidad de sorprenderme. Se muestra aparentemente despreocupado ante todo, aunque en realidad sucede lo contrario. Su mente es inquieta y está siempre trabajando. Algunas mañanas me acosa con preguntas de todo tipo. Pregunta por ciudades, enfermedades, datos históricos o por personajes de la política. Presume de conocer a Belloch y haber cenado con Rudi, por quien profesa gran admiración. Yo jamás dudo de sus afirmaciones, lo creo capaz de todo. A veces, cuando me ve pasar apuros con algún compañero de la Casa, empatiza conmigo y me dice: “¡No me gustaría estar en tu pellejo, es difícil tu trabajo!”. Es increíble que sea él quien se preocupe por mí, pero así sucede.

Por las mañanas siempre me saluda desde su cama cuando le alzo la mano, aún a oscuras, para darle los buenos días. Él me devuelve el saludo con el mismo gesto. Ahora ya no me echa la bronca si llego cinco minutos tarde, pero hubo un tiempo que no me lo perdonaba.

Me llama de mil formas distintas: Pirata, monsieur, mister, Demóstenes, pinchaúvas, mirlo, Benjamín (“Sí Rafa, el hermano pequeño de José, hijo de Jacob”). Cada día me sorprende con un apelativo nuevo y siempre me los prepara con cariño.

Tiene tendencia a acumular cosas. Cucharillas, yogures, botes de desodorante, trozos de pan, mecheros, paquetes de tabaco, notas de papel con palabras que no quiere olvidar y que le pueden quitar el sueño. Yo entiendo que ha sufrido muchas carencias en su camino, incluso hambre y por eso su inquietud por no volver a permitirse ningún tipo de apuro. Nos cuesta llegar a un acuerdo sobre cuánto puede acumular en su bolsa. Pero jamás reconoce que ha colado un par de latas de cerveza. Sabe que está prohibido y siempre dice muy digno que no sabe quién las pudo poner en su bolsa. Él jamás cometería ese delito. Tonto no es.

Intuyo que parte de su sensibilidad ha venido marcada por las mujeres. Su corazón tiene muchos recovecos y muchas féminas. Aún recuerda a Pilar, su primer amor, que le esperaba sentada en su puerta bordando cuando volvía de cazar pajarillos y le piropeaba. Pero se la llevaron a Mataró y jamás la volvió a ver. Me confesó que era preciosa y que sólo tenían 14 años. Después ha debido de tener tantas, incluso algunas famosas como Sara Montiel o Susana Estrada. También me nombra a Tabatha, una amiga mía, y sólo la vio una vez. “- Pero si hace meses que la conociste. ¿Cómo la recuerdas aún? - Me acuerdo de las feas, como para no acordarme de las guapas, Rafa”, sonríe pícaro.

Mi ignorancia es todavía inmensa. Me doy cuenta con personas como ésta. Es increíble el viaje del conocimiento de la persona, desde la primera vez que lo ves por la calle, cuando su aspecto incluso provoca rechazo, hasta ahora, cuando se ha ganado tu corazón, cuando comparte contigo sus sonrisas y sus lágrimas.

Detrás de cada nombre en una ficha, de cada número en una base de datos hay un universo personal por descubrir. Una carga humana única, fundamental e irrepetible. Y me resisto a acostumbrarme, a pensar que todos los años es más o menos lo mismo. No puedo permitirme volverme insensible yo mismo, que trabajo con personas de la calle a diario. No quiero sentir que cada día y el trabajo con cada uno de ellos es más o menos igual.

Entonces estaría muerto.